.

.

Doña Pilar y la biblioteca Araluce
Publicado por      01/17/2023 12:24:08     Ex Libris    0 Comentarios
Doña Pilar y la biblioteca Araluce

Los libros de Araluce me iniciaron en los misterios
de la fantasía y me mostraron el resplandeciente camino 
de baldosas amarillas que conduce al país de Oz de la imaginación literaria…

Luis Alberto de Cuenca
Presentación de “Biblioteca Araluce. Tradiciones Ibéricas”, 1997, Anaya, Madrid

2017. Pilar Mujica de Calmet, 81 años, especialista en arte helénico y curiosa bibliotecaria ambulante de Perú, circula por el parque Antonio Raymondi de Miraflores, Lima, empujando un carrito de supermercado lleno de libros de su biblioteca, que presta de buena fe a cualquiera que lo pida. El lector se lleva el libro y acaba a veces comprándolo, a veces devolviéndolo en el mismo parque, y a veces no regresando nunca. Ninguna de estas circunstancias enoja ni aterra a nuestra bibliotecaria, que señala justamente que la idea no es de hacer plata sino de incitar a la gente a la lectura. Y además indica que tiene muchos libros y ha leído tanto que, a su edad, es mejor compartir con la gente su afición. Que es culta Dña. Pilar, lo es. Su carrito libresco lleva pegados a sus lados dos carteles que dicen: “Biblioteca Ambulante María Rostworowski”, en honor a la más grande etnohistoriadora andina del Perú. No sé si María habrá llegado a conocer este afectuoso detalle (murió en 2016), pero estoy seguro que, de saberlo, habría estado orgullosa de que Pilar haya amadrinado su cruzada con su nombre. 

Pilar cuenta, además, que uno de los momentos más felices de su vida fue cuando su padre llegó a casa con dos maletas repletas de los libros clásicos para niños de la colección Araluce. No sé si nuestros infantes de hoy tuvieran la misma emoción, si recibieran igual regalo, sea porque no tienen ya los mismos hábitos de lectura o porque aprecian más las historias de nuevos héroes y nuevas hazañas. 

En todo caso, el santanderino Don Ramón de San Nicolás Araluce (1865-1941) fue el fundador en Barcelona de la editorial homónima que, entre 1912 y 1970, cubrió el mercado español y latinoamericano con obras de temas diversos, que incluyen, entre otros títulos, nada menos que la primera edición (1935) de “Mi Lucha” de Adolf Hitler. Sin embargo, es más conocida por la llamada Biblioteca Araluce, de adaptaciones, para el público infantil y juvenil, de las grandes obras de la literatura y la historia y las biografías de importantes personajes, agrupadas en tres series o colecciones: “Las Obras maestras al alcance de los niños”, “Páginas Brillantes de la Historia” y “Los Grandes Hechos de los Grandes Hombres”, todas de rotundo éxito en España y con presencia menor en  Hispanoamérica, donde competía con la Biblioteca Billiken de la editorial Atlántida de Buenos Aires, por cierto con objetivos, temas y oferta de libros de tamaño y presentación muy similares a los de la contraparte española. 

No sé si al circular por el parque con sus libros, Doña Pilar estaría al tanto de que, curiosamente, a su inicio, la Biblioteca Araluce fue declarada de utilidad pública y de uso para las bibliotecas circulantes, que ya estaban de moda en Inglaterra y Estados Unidos (en este país, la primera biblioteca ambulante fue el carro de Mary Titcomb, Maryland, en las primeras décadas del siglo XX). La Biblioteca Araluce circuló, más o menos, desde 1912 hasta comienzo de los años 60. Salía en volúmenes de pequeño formato (17 x 12 cm) y 120-160 páginas, encuadernados en tela con estampaciones doradas y láminas de color pegadas en la portada, y además ilustrados con 8 láminas a color fuera de texto, de ordinario de los pinceles de José Segrelles Albert, Jesús Helguera, Francisco L. Salas y F. de Myrbach. Por cierto, los textos no eran los originales de sus autores, sino adaptaciones que requerían talento y dotes pedagógicas para hacer accesibles a niños y adolescentes historias, poemas y dramas con la misma intensidad o deleite que pusieron los autores universales al escribir sus obras. A esta tarea de adaptadores de lenguaje, contribuyeron escritores como Jose Poch Noguer, P. Celso García, José Baeza, Alvaro de la Helguera, Manuel Vallvé, y sobre todo María Luz Morales, conocida periodista de la época, que engalanó con su pluma varios textos de la serie “Las obras maestras”. Vean, por ejemplo, como María Luz llevó a su molino la adaptación del Orlando Furioso: “Pues, Ariosto escribió comedias y muchísimos versos, pero este libro fue su obra maestra en la que gastó quince largos años de su vida. De esta obra que es larguísima, pues consta de dos tomos enormes de letra apretada, y en la que abundan las aventuras más extraordinarias de magos, de hadas y brujas, de altos caballeros, de paladines y doncellas andantes … hemos escogido algunos episodios, no los más salientes, sino aquellos que siguen mejor la historia de Orlando… Sin cansaros, pues, creemos que esta adaptación bastará para que admiréis las bellezas de la gran obra clásica y conozcáis lo que era la potente imaginación de los poetas de entonces… Porque los libros de caballería son muy divertidos. Más no debe olvidarse que por ellos perdió el juicio nuestro Don Quijote ….”. Joder, como para crecer rápido y correr a la biblioteca a hundirse en el original compuesto en verso y en octavas reales.  

Dicen que los lectores “editoriales” de estas colecciones eran los mismos nietos de Don Nicolás, quienes, verbalmente o sólo con sus gestos, hacían saber al Editor que la publicación de un libro –en la adaptación presentada- había sido o no aprobada. Opiniones más serias hacen a María Luz meter mano en la selección de títulos, lo cual es más verosímil y sensato. Se cuenta casi un centenar de volúmenes publicados, muchos de ellos en varias ediciones, en los 50 años que duró esta empresa educativa. La muerte del fundador fue enorme golpe para la empresa y sus sucesores que, al no poder implementar reformas necesarias, tuvieron que retirarse. Y como nada dura en esta vida, con el pasar de los años, estos libritos fueron desapareciendo ineludiblemente del mercado. Y, cosa curiosa, cuando ahora asoma algún ejemplar en una librería de viejo, no son los niños los que se mueren por tenerlos, sino los … bibliófilos!!.  

Por cierto, no faltó algún intento de resurrección. Justamente, en 1997-98, el Grupo Anaya de España trató de rescatar los títulos más relevantes de esta Biblioteca “recordada con enorme cariño por varias generaciones de lectores españoles”, según apunta García Pradino, uno de los presentadores oficiales del proyecto. Se comenzó con veinte volúmenes bien impresos, con las mismas ilustraciones de los originales y una sobrecubierta con una ventana recortada que permite ver el cromo pegado sobre la tapa de portada, como era en el original. Bueno, por experiencia personal, diría que las sobrecubiertas con ventanas a la portada del libro siempre se rompen. Pero igual podrían haber sido eliminadas, más aún si se toma en cuenta que el detalle estaba encareciendo el producto. Más seria fue la consideración de que la estética ilustrativa y el lenguaje florido del ayer no cuajaba ya en la era del internet y la inteligencia artificial. Tal vez hubiera sido de reproducir los libros con una “readaptación” de la “adaptación” de los pedagogos de Araluce, pero ya habrían sido cosas mayores fuera del proyecto inicial. Así que, más rápido, quedémonos mejor con la idea de que, esta vez, simplemente faltó el cariño de las generaciones jóvenes. Pero yo sé que algún momento, algún joven de la era de los transformers y el tik-tok se topará con algún “araluce”y se tumbará en el parque a leerlo, hasta cerrar la última página con algún suspiro... 

(Cf. Jaime Garcia Pradino, 2011, La colección Araluce: las obras maestras al alcance de los niños (1914-1955), en Grands auteurs pour petits lecteurs, Christine Pérès, ed., pp. 33-42. Lansman Editeur, Manage) o simplemente “googleando <García Pradino colección Araluce>).

Compartir este Artículo

Deje una respuesta

* Nombre:
* E-mail: (No publicado)
   Sitio web: (URL del sitio con http://)
* Comentario
Digite el código
0